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Los diez principales hallazgos arqueológicos en el mundo en 2020


Por Saúl Martín González (U.N.E.D.- Equipo Arqueológico Driebes-Caraca).

Para muchos, el pasado 2020 constituyó un auténtico annus terribilis. Un año que sin duda recordaremos , a nivel individual y colectivo, como el inicio de la terrible primera pandemia a escala planetaria de la Historia (desventajas del mundo globalizado) y los diferentes confinamientos y restricciones impuestos por el azote del SARS-CoV2, por no mencionar la pérdida o las terribles secuelas (físicas o económicas) en familiares, seres queridos y familiares. Empero, durante este año aciago la vida ha seguido su curso y, siempre dentro del panorama general adverso, podríamos decir que la Arqueología ha sido una de las actividades científicas, culturales y económicas que ha sabido capear mejor el temporal (sus actividades al aire libre han ayudado….). Por ello, nuestra amada disciplina continuó proporcionándonos muchas alegrías, en forma de extraordinarios hallazgos, el ya pasado año. A continuación presentamos nuestro particular “Top 10” al respecto y, como siempre, si bien no están todos los que son (estos listados siempre son caprichosos, dejando fuera otros igualmente meritorios), sí que son todos los que están. Allá vamos:

 1- La frase conservada más antigua conocida hasta ahora (Asuán, Egipto):

Egipto siempre resulta un valor seguro si de rankings arqueológicos se trata. En esta ocasión nos marchamos hasta el oasis de Wadi Abu Subeira, al Noroeste de Asuán (sí, donde la famosa presa cuya construcción provocó el regalo del Templo de Debod a España), donde un equipo de la Universidad de Bonn (Alemania) dirigido por el Profesor Dr. Ludwig B. Morenz documentaba un epígrafe sobre arenisca que ha resultado ser, nada más y nada menos, la escritura humana más antigua conocida hasta la fecha. El texto, realizado en sistema jeroglífico, puede datarse en el IV Milenio antes de nuestra Era, y reza lo siguiente: “Dominios del Horus Rey Escorpión”, un Faraón predinástico que se estima que debió vivir en torno al año -3.070.  Además, la inscripción resulta particularmente interesante como hito territorial, ya que apunta hacia la existencia de Egipto (o, al menos, parte de él, donde residiera la Monarquía)  como uno de los primeros Estados territoriales del mundo.    

La frase escrita más antigua conocida
Fotografía: Ludwig Morenz, Universidad de Bönn https://www.uni-bonn.de/news/297-2020

2- Inscripción regia luvita (Türkmen-Karahöyük, Turquía):

Y seguimos con la Epigrafía del Mediterráneo Oriental. En este caso, James Osborne y Michele Massa, arqueólogos de la Universidad de Chicago, se encontraban en plena prospección de superficie cerca de los túmulos de Türkmen-Karahöyük, en la Turquía meridional, cuando se toparon con una estela de piedra inscrita con un epígrafe en luvita, idioma emparentado con el hitita, arrojada dentro de un canal de irrigación agrícola. El texto, que ha sido datado en el siglo VIII a.n.e., canta las glorias militares del Gran Rey Hartapu, consistentes en haber conquistado el Reino de Frigia y haber derrotado a una liga militar de trece caudillos en su contra.  La ciudadela de Türkmen-Karahöyük parece haber sido la capital de esta Monarquía, ofreciendo la imagen de un centro floreciente al menos desde el 1.400 a.n.e. hasta algo después de la época de Hartapu, esto es, la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro en el Sur de Anatolia, quizás por la célebre invasión de los Pueblos del Mar.

La estela en el canal de irrigación y restaurada
Fotografía: James Osborne

3- La deidad del subsuelo:

Desde Turquía cruzamos el Mar Egeo (ya que Atenas no podía faltar en este listado) para continuar con más piezas de la Antigüedad que brotan de las aguas. En la capital helénica, la sorpresa saltó durante unos trabajos de saneamiento del alcantarillado urbano. Según la mitología clásica, las almas de los difuntos cruzaban la Laguna Estigia en la famosa barca de Caronte para adentrarse en el Reino de Hades; pero no fue precisamente este dios, sino Hermes, quien brotó de las aguas subterráneas a mediados de noviembre. Se trata de un busto en piedra que debió colocarse sobre una herma o pedestal con la cara de la deidad, elementos que solían situarse en calles y/o encrucijadas a modo de hitos sacros de señalización,  algo similar a los cruceiros gallegos y cruzeiros portugueses. El Ministerio de Cultura griego lo ha datado en torno al año 300 a.n.e., y al parecer cabría adscribirlo dentro del Hermes Propíleo del escultor Alcámenes. Éste sería un tipo de herma que, aunque otrora presidía la entada a la Acrópolis (los Propíleos), ya no se documenta en Atenas aunque sí en Pérgamo y otros lugares.   Perdida ya su función original, la pieza habría sido reutilizada en las infraestructuras subterráneas de la capital del Ática. 

Cabeza de Hermes.
Imagen: Ministerio de Cultura y Deportes de Grecia

4- El Burger/Kebab de Pompeya:

Desde Grecia nos marchamos a otro “cabeza de cartel” de la Arqueología mediterránea, como es nada menos que Pompeya. En el cruce entre el callejón de las Bodas de Plata y el de Los Balcones de nuestra querida ciudad vesubiana, la Sopraintendenza Archeologica per Pompeii dio a conocer poco antes de Navidad el hallazgo de un thermopolium en magnífico estado de conservación. Dicho de otro modo: un establecimiento comercial donde se servían comidas calientes y bebidas para consumir o para llevar, especialmente durante el almuerzo o prandium. Aunque no se trata de un unicum (sólo en Pompeya se calcula que debían existir en torno a unos 80), su estado de conservación resulta asombroso, con los frescos policromados de una nereida y motivos marinos. Este hecho, unido a la fuerte presencia anfórica en el lugar, lleva a pensar en la especialización del local en pescados, mariscos, garum y otros frutti di mare, que dirían los napolitanos de hoy. No obstante, aún no se ha excavado la totalidad del local, con lo que la interpretación del volumen y forma de negocio aún no está resuelta.

El mostrador de Pompeya  con sus frescos polícromos, emergiendo entre el material piroclástico
Imagen: Parco Archeologico di Pompeii

5- El santuario de Rómulo (Roma):

Desde la Campania italiana ponemos rumbo al Norte hasta el Lazio, y es que en este 2020 se encontró nada menos que los restos del Santuario de Rómulo en la Ciudad Eterna. Aunque sensu stricto ya había sido descubierto, al parecer, por el arqueológo Giacomo Boni en 1899, el lugar permaneció en el olvido. Han sido necesarios los recientes trabajos de restauración en la escalinata de la Curia Iulia (es decir, el edificio del Senado) en el corazón del Foro Republicano para reencontrarse con un hipogeo o tumba subterránea que, datado en el siglo VI a.n.e., contenía un gran sarcófago de piedra y un altar circular del mismo material. El lugar encaja bien con los relatos en las fuentes escritas respecto al emplazamiento de la sepultura del Fundador; además, se encuentra anexo al Lapis Niger (Piedra Negra) que los romanos de época imperial consideraban el hito donde Rómulo cayó muerto. La tradición romana establecía el 21 de abril del 753 a.n.e. como el Día de la Fundación de la Urbe (ab Urbe condita) y por tanto inicio de su calendario, si bien los investigadores aún debaten a propósito del grado de veracidad o leyenda. En tal sentido Alfonsina Russo, Directora del Parque Arqueológico del Coliseo, apunta que este nuevo hallazgo pudiera consistir  posiblemente en un cenotafio o falsa tumba, erigido como lugar de culto al Padre Fundador sin que su cadáver llegase a descansar nunca allí en realidad.

Santuario de Rómulo en el Foro romano
Imagen: Parco Archeologico del Colosseo

6- La primera obra de arte mueble del Lejano Oriente (Ling-Jing, República Popular China):

Una diminuta (19,2 mm x 5,1 mm x 12,5 mm) figurilla de ave (por tanto, un paseriforme), practicada sobre hueso quemado como soporte, se ha convertido en este 2.020 en la primera obra de arte mueble conocida en todo el Lejano Oriente, pulverizando los 4.500 años a.n.e. del hallazgo más antiguo hasta el momento en este sentido. Con una antigüedad de 13.500 años a.n.e. (lo que nos lleva directamente al Paleolítico Superior durante la Glaciación Würm, en una fecha coetánea al arte Magdaleniense en Europa), proviene del yacimiento de Ling-Jin en China. La pieza muestra una enorme maestría en la talla, con hasta seis técnicas combinadas para lograr sacar el máximo partido a cada parte, y con el aplanamiento de la base para lograr que se mantuviese en pie. El estudio ha sido dirigido por Zhangyan Li de la Universidad de Shandong en colaboración con la Universidad de Burdeos I  y del C.N.R.S. (Francia).


El pájaro de Ling-Jing (R. P. China). 
Imagen: Luc Doyon y Francesco D´Errico

7- El “Woodhenge” de la Iberia ancestral (Perdigöes, Portugal):

En agosto se dio a conocer el primer “Woodhenge” de la Europa meridional, que para más señas es ibérico. En Perdigöes, al Sur de Portugal, un equipo internacional dirigido por el arqueólogo Antonio Valera documentó una serie de agujeros de poste que conformaban hasta doce círculos concéntricos de más de 20 metros de diámetro. Dicho “megalito” (en el caso de que pueda aplicarse tal término a una estructura en madera) habría permanecido en uso durante la friolera de 1.400 años, desde el Neolítico Medio (circa 3.400 a.n.e.) hasta la Edad del Bronce Inicial (ca. 2.000 a.n.e.). Se ha comprobado el sentido astronómico del complejo, ya que la parte interpretada como su acceso se encuentra orientada hacia la salida del Sol en ambos solsticios. Además, el hallazgo, que se encuentra a miles de kilómetros de sus paralelos más inmediatos (todos británicos) apunta en la dirección de los contactos a larga distancia en las rutas de navegación neolíticas, un tema tan sugerente como mal conocido. Algunos indicios del sitio parecen relacionarlo en ese sentido con la llamada Cultura del Vaso Campaniforme, asociada a los albores de la metalurgia tanto en Iberia (con el célebre “tipo Ciempozuelos”) como en otros territorios de Europa Occidental. Y no hay que olvidar que en el Suroeste ibérico, tanto en España como en Portugal, contamos con extraordinarios ejemplos del megalitismo, como el Cromlech de Los Almendros (o Cromeleque dos Almendres) en Évora o los dólmenes de Lácara (Mérida), Huerta Montero (Almendralejo) o Soto de Trigueros (Huelva), entre muchos otros ejemplos de relevancia. 

Ortofoto del “Woodhenge” portugués
Imagen: ERA Arqueología

8- Anillos de pozos cerca de Stonehenge:

Y del “Woodhenge” ibérico nos vamos al “Stonehenge” británico, o a sus proximidades para ser más exactos. Y es que en el mes de junio (en concreto, dos días después del solsticio de verano, probablemente para evitar las tradicionales peregrinaciones de turistas y curiosos en el contexto de la pandemia) un equipo interdisciplinar de varias universidades británicas, coaligadas en el proyecto Stonehenge Hidden Landscape, hacía público el hallazgo de un anillo de pozos prehistóricos a unos 3 kilómetros del célebre megalito inglés, junto al yacimiento neolítico conocido como “Los Muros de Durrington”. Datado en torno al 2.500 a.n.e., la nueva estructura viene formada por más de 20 pozos de 10 metros de diámetro por 5 de profundidad, configurando un gran círculo sagrado de más de 2 kilómetros de diámetro que podría interpretar una zona liminar entre el mundo de los vivos y la Ultratumba. Tal hipótesis parece reforzarse mediante el hallazgo de tres centenares de sepulturas en su interior, que siguen el rito de la cremación de los cadáveres. Pero además de la función funeraria parece también razonable pensar en una función astronómica para el lugar, que en función de su orientación bien pudiera haber servido de observatorio para los fenómenos celestes.  Según Nick Snashall, arqueóloga del National Trust inglés, se trata de un descubrimiento muy prometedor ya que “los Muros de Durrington eran el lugar donde vivieron y festejaron los descubridores de Stonehenge”.

Los anillos de pozos de Stonehenge.
Imagen de Google Earth de la Universidad de St. Andrews ( https://news.st-andrews.ac.uk/archive/new-circle-discovered-near-stonehenge)

9- Una ocultación monetaria de oro del Califato Abbasí:

Israel, como la práctica totalidad de naciones del Próximo Oriente, ha sido siempre una encrucijada de pueblos y civilizaciones. Incluye también la época de apogeo del Califato Abbasí o Abbásida (750-1.259), los destructores de los Omeyas que, entre otras cosas, transladaron la capital desde Damasco a Bagdad y provocaron la huída de Abd-el-Rahman a Al-Andalus, donde se proclamaría primer Emir Independiente en el año 756 de la Era cristiana. En este caso, algún personaje  de la sociedad abbasí debió esconder a finales del siglo IX, hace unos 1.100 años, en la localidad de Tel Yavneh, al sur de Tel Aviv, un total de 425 dinares de oro de 24 quiilates y 845 gramos de peso, para librarlas de miradas incómodas. El hallazgo, según declaran los arqueólogos Liat Nadav-Ziv y Elie Haddad, se presentó en el interior de una vasija de barro asegurada con un clavo de hierro, pero su propietario nunca regresó a por ellas. Cabe destacar que algunas de las piezas aparecen cortadas en “porciones”, algo habitual en tiempos antiguos para intercambiar la moneda en función de su valor intrínseco en oro, por encima de su valor de uso fiduciario.   

Los dinares de oro del Califato Abbasí en Israel
Imagen: AFP/Heidi Levine

10 – El primer y más extenso templo maya:

Las culturas mesoamericanas de época prehispánica sin duda se han ganado a pulso el reconocimiento entre los grandes de la Arqueología mundial, ya que cada año nos proporcionan rutilantes y fantásticos hallazgos. En 2.020, el arqueólogo de la Universidad de Arizona Takeshi Inomata ponía en el mapa de México el que hasta la fecha parece ser el área sacra más antigua y extensa conocida, aparecida en el paisaje de Aguada Fénix, en el Estado de Tabasco, cerca de la frontera guatemalteca. A través del empleo de diferentes sistemas de información geográfica (S.I.G.), las imágenes satelitales y LiDAR, seguida por una ulterior prospección de superficie, el equipo arqueológico se puso sobre la pista de una enorme plataforma de piedra y tierra apisonada de un kilómetro y medio de longitud por algo más de 15 metros de altura. A través del radiocarbono se dató el conjunto entre los años 1.000 y 800 a.n.e., aunque la tipología arquitectónica del sitio remite al paralelo ofrecido por el yacimiento de San Lorenzo, de cultura olmeca, situado a algo menos de 500 km hacia Occidente y de cronología aún más antigua. Además, se documentó la escultura en caliza de un suído (cerdo o jabalí), bautizado popularmente como “El Choco”. 

Estructura ceremonial maya y súido de Aguada Fénix (Tabasco)
Imágenes: Takeshi Inomata 

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